Estamos ante lo que hoy se conoce como un “vi de vila”, es decir, vino producido con las cepas cultivadas en un municipio concreto. En este caso Bellmunt del Priorat. Esta es una tendencia al alza que prioriza la identidad local y del suelo, por encima de la identidad regional de la DO. El resultado es un vino expresivo con una nariz muy frutal llena de recuerdos de fruta de hueso o cítricos, acompañados de notas minerales y tostadas aportadas por la madera. En boca es ligero y equilibrado. Resulta largo y amable.
Ideal para acompañar carnes blancas, foies o ensaladas con proteína.

todavia no lo he probado