Desde hace ya tiempo en La Mancha han sabido conjugar la antigüedad de sus viñas con la elaboración de calidad. El resultado son vinos como el que presentamos aquí cuya nariz se muestra compleja, con recuerdos florales y de pastelería, sin olvidar los matices tostados que aporta la barrica. En boca es amable y goloso, con volumen. Su madurez se confirma con unos taninos bien integrados y una persistencia larga y frutal.
Una buena compañía para pescados grasos o guisos de carne. Desde la bodega lo aconsejan para acompañar platos de cocina japonesa. Puede ser un descubrimiento interesante.
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