No es casualidad que este vino provenga de Pesquera de Duero, ni que su creador, Emilio Moro, se encuentre emparentado con el artífice de otra de las grandes bodegas del lugar. Esta es otra obra de arte de ese trozo de tierra. Vino enorme de una bodega que trabaja con mimo y meticulosidad. Aromas intensos y maduros en los que se integra la presencia de la fruta con los aportes de la barrica en perfecto equilibrio. El resultado es potente, estructurado y complejo, con notas balsámicas y especiadas que van de la mano con una fruta que permanece por largo tiempo en boca. Una obra de arte.
Nosotros tomaríamos este vino solo para que nada interfiriera en lo que ofrece. Si lo queremos acompañar podemos pensar en asados, carnes rojas o platos de cuchara de los de antes.
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